El apoyo anarquista a la preparación de la guerra





A partir de la crisis económica mundial de 1857, se inició una imparable ola migratoria de empresarios y obreros cubanos hacia los Estados Unidos. Los emigrados harían de su nueva patria el foco de conspiración separatista más peligroso para el Gobierno General de la Isla de Cuba. Fue aquí donde con mayor éxito desplegó su labor en pro de la independencia José Martí. Su oratoria y su honestidad política lograron atraer numerosos obreros al movimiento independentista. Quien revise la obra publicista de Martí en los Estados Unidos encontrará excelentes artículos de critica social en los que sin hacer concesiones en cuanto a su conceptos sobre la propiedad y la libertad de mercado, reconoce el derecho a la huelga y a la organización de los obreros para demandar condiciones justas de vida. La concepción socio liberal de Martí le permite tender un puente entre la lucha independentista que estaba organizando y las organizaciones de obreros cubanos emigrados, poderosamente influidas por las ideas ácratas. Los líderes mas importantes del anarquismo criollo, después de la muerte de Enrique Roig San Martín, los otros dos Enriques, Crecci y Messioner, se comprometerían con la causa de la emancipación nacional proclamada por Martí. Es justo reconocer cuando se habla del apoyo que recibió José Martí de los ácratas cubanos de entonces del caso de Carlos Baliño, a quien el veterano libertario estadounidense Sam Dolgoff ubica como un activo anarquista dentro de los trabajadores del tabaco en la Florida (2 pág.49). Con el tiempo Baliño terminaría convirtiéndose en fundador de una de las primeras organizaciones prosovieticas de Cuba: La Agrupación Comunista de La Habana (18 de marzo de 1923). Pero treinta años antes se podían presumir los contactos y coincidencias de Baliño con los anarquistas de Estados Unidos, quienes mayoritariamente se declararon partidarios de la independencia de Cuba. En un discurso con motivo del 10 de octubre de 1892 Baliño cita, precisamente, las palabras de un líder anarquista norteamericano, Justus H. Schwab para decir: "No podemos permanecer inactivos cuando un pueblo lucha por conquistar su emancipación aunque no lo mueva el deseo de conquistar esas reformas radicales que nosotros proclamamos y que son las únicas que pueden garantizar la expansión del individuo" (3 pág.92).

Para explicar este acercamiento de los anarquistas a la empresa martiana conviene también tomar en cuenta la estructura del El Partido Revolucionario Cubano, fundado por Martí en 1892. Su concepción descentralizada, y unos estatutos propios de la democracia directa, se avienen en buena medida a los hábitos organizativos de los anarquistas, quienes se agruparon fundamentalmente en los clubes "Enrique Roig San Martín" y "Fermín Salvochea" (5 pág.9).



Este artículo procede de: Los anarquistas cubanos a fines del siglo XIX: los libertarios y la guerra del 95.
Colaboración de Carlos M. Estefanía, fe96120@student.udd.htu.se (abril/97) 
Revista Cuba Nuestra, roberto.sanchez@swipnet.se, Suecia


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