Apuntes para un periódico cubano con filiación canaria: La Aurora*



Por María del Rosario Díaz Rodríguez
Investigadora de la Biblioteca Nacional José Martí
El 2 de septiembre de 1828 nació en la ciudad de Matanzas —llamada la Atenas de Cuba por su opulencia y animación cultural— un periódico que inicia una nueva etapa del  incipiente periodismo cubano: La Aurora de Matanzas.
<< Aurora de Matanzas
La labor editorial en Matanzas principia en 1813 con la llegada de la primera imprenta, donde se editará con posterioridad el Diario de Matanzas. El proceso editorial continúa en ascenso: Juan Jiménez funda La Constancia, establecimiento tipográfico donde se editan La tertulia del Maestro CordovésJuan del Portal y El centinela del orden. Aparecen La Gaceta de Matanzasy el Eco de Matanzas;  La Gaceta de Matanzas se transforma posteriormente en El Redactor Mercantil. Todas estas publicaciones, sean periódicas o no, son consideradas antecedentes de La Aurora.(1)

La Aurora de Matanzas era propiedad de la Diputación Patriótica, que aceptó la oferta del impresor Antonio Pereira de editarlo en sus talleres. Lo redactaba su hermano José Pereira, a quien auxiliaron Félix M. Tanco, José Ibarra, José B. Ponce, Jaime Badía y José M. Casal. Salía tres veces a la semana. En el número correspondiente al 3 de enero de 1829 (ejemplar más antiguo encontrado) aparece, además de las disposiciones gubernativas, noticias reproducidas de periódicos de España y del resto de la Isla, así como numerosos trabajos de índole literaria.
La Aurora de Matanzas fue el primero de los periódicos  cubanos que publicó crónicas de guerras extranjeras. La amistad de su director con los dirigentes del Corier des Etas Unis [sic], le permitió publicar valiosas y originales crónicas sobre la guerra entre Turquía y Rusia (2).  Según Antonio Bachiller y Morales (3) fue el mejor periódico político y literario de la Isla hasta esa fecha, ya que contribuyó  visiblemente al adelanto en el periodismo con la belleza de su tipografía y edición, al mismo tiempo que con la precisión noticiosa.
En enero de 1831 José Pereira se separó del periódico para fundar El Lucero de Matanzas y se hizo cargo entonces de su impresión Tiburcio Campos, quien lo dirigió en esta segunda época (desde el 1. de marzo de 1831 hasta septiembre de de 1833). Con Campos colaboraron  los ya mencionados Tanco, Casal y Badía, así como Domingo del Monte, F[rancisco] Guerra y los redactores del Diario de Matanzas y del [DiarioEspañol de Nueva Orleans, además de Francisco Iturrondo, Gabriel de la Concepción Valdés (Plácido), José Jacinto Milanés y Sebastián Alfredo de Morales. (4)
De su tercera época —iniciada el 1ro de octubre de 1833, nuevamente bajo la dirección de José Pereira, quien además se ocupaba de la redacción—, se han revisado ejemplares hasta diciembre de 1834. Aparecen en ese período colaboraciones de Delio (seud. de Francisco Iturrondo), Desval (seud. de Ignacio Valdés Machuca), Un aficionado a las musas (seud. de José Severino Boloña), B [achiller], T [oribio]  S[ánchez] de A [lmodóvar] (seud de Domingo del Monte), Ramón de Palma, Manuel González del Valle, Blas Osés y otros. La dirección de José Pereira se extendió hasta junio de 1838. Su cuarta época se inició el 5 de julio de 1843; la quinta el 1ero de marzo de 1847; la sexta el 3 de agosto de ese año y la séptima en enero de 1849.
Su título, así como su subtítulo y formato, sufrieron diversas alteraciones durante su larga trayectoria. A partir del 1ero de agosto de 1857, después de refundirse con otro periódico de la ciudad titulado El Yumurí, adoptó el título de Aurora del Yumurí, con el cual salió hasta 1900 según varios autores.
La reforma en el periodismo cubano comenzó en 1828 con La Aurora de Matanzas, “diario político y literario digno de elogios por la elegancia de su impresión y extensión, la variedad de materiales que abraza i el orden i buen gusto de su redacción, i puede estimarse sin disputa el príncipe de nuestros periódicos” [sic]. (5)
Aunque se habla de que este periódico matancero fue fundado por un periodista canario y ese dato ha sido hallado en trabajos publicados en órganos de difusión isleños, así como en otros, hasta el presente no se ha encontrado información seria que pruebe estos argumentos. El hecho de ser Matanzas una ciudad fundada el 1ero de diciembre de 1693 por 34 familias procedentes de las Islas y el de que se transformara, a inicios del  siglo XIX, en una bella y próspera ciudad gracias a las actividades económicas y al aumento de la trata de esclavos, pudo ser una importante razón para que se nucleara, alrededor de algunas actividades intelectuales como la enseñanza y el periodismo, un grupo de figuras canarias. Pero en realidad lo investigado hasta el momento inclina a pensar en influjos aislados, no en grandes grupos, en épocas determinadas.
En el caso del periodismo, Matanzas contó con dos figuras canarias que integraron la nómina de La Aurora en dos momentos diferentes: Francisco Guerra Bethencourt en la primera mitad del siglo XIX, famoso además por sus polémicas con figuras tales como Félix Tanco y José A. Saco, y en la última mitad, ya en La Aurora del Yumurí, con Ernesto Lecuona Ramos, padre de  Ernesto Lecuona Casado, uno de nuestros más importantes músicos de todos los tiempos.
<< Aurora del Yumurí
Francisco Guerra Bethencourt llegó a Cuba en 1826, se estableció en la ciudad de Matanzas como profesor de latín e idiomas con cátedra costeada por el Ayuntamiento matancero. Fue profesor de José Jacinto Milanés, de Pedro José Guiteras y de otros matanceros relevantes. Fue uno de los redactores de La Aurora de Matanzas en su primera época. Allí escribió artículos irónicos sobre la enseñanza y la cultura de la isla bajo los seudónimos de F[rancisco] Guerra y Buenaventura Creux y sostuvo una polémica con Félix Tanco, al salir aquél en defensa de su paisano Tomás de Iriarte y de los habitantes de las Islas Canarias. En 1831 su cátedra fue cerrada y se trasladó a La Habana; fue amigo de Domingo del Monte, quien lo invitó a colaborar en la Revista Bimestre Cubana, donde publicó uno de sus artículos más notables, que fue la reseña crítica del Arte de hablar en prosa y verso. En 1835 obtuvo un cargo en la Corte y se trasladó a Madrid, dejando en manos de su amigo Blas de Osés la traducción, del inglés, de la novela histórica El profeta de San Pablo, de Lord Normandy, publicado póstumamente en La Habana en 1838.
En Madrid escribió dos folletos  de gran repercusión para la vida política cubana, en los que se declara partidario del sistema colonial español al combatir a los diputados Montalvo y Saco defendiendo al general Tacón: Cuatro palabras en contestación al breve discurso del Excelentísimo Señor Montalvo, Procurador a Cortes por la isla de Cuba Isla de Cuba. Despertador patriótico, ambos publicados en 1836 —el primero sin firma y el segundo bajo el seudónimo de T. Palmario—, que fueron  enérgicamente refutados por Domingo del Monte en su La isla de Cuba tal cual está. Aunque fue nombrado miembro del Tribunal de Cuentas de la Superintendencia de la Isla de Cuba, renunció por encontrarse muy enfermo. Poco tiempo después murió en la capital española.
Ernesto Lecuona Ramos nació en Santa Cruz de Tenerife en 1834. Sin terminar los estudios de medicina se hizo periodista y llegó a ocupar la dirección del periódico El Sol de Nivaria. Hacia 1860 emigró a Cuba y se estableció en Matanzas. En Cuba, fue periodista de La Aurora del Yumurí donde alcanzó la dirección del mismo y posteriormente dirigiría también El Buscapié (1879), El Conservador (1883) y El Constitucional (1884). Años después y con varios de sus hijos nacidos, Ernesto Lecuona Ramos y su familia pasaron a residir en la ciudad de La Habana, en el pueblo cercano de Guanabacoa donde dirigió La Cáscara AmargaEl Comercio (1886), este último un importante periódico capitalino, vocero de los comerciantes al detalle de la ciudad, y donde nacería su hijo Ernesto el 6 de agosto de 1895.
En la primera mitad del año 1902, Lecuona Ramos, con 67 años de edad, decidió regresar a su ciudad natal, Santa Cruz de Tenerife, donde fallecería apenas ocho días después de su llegada, el 2 de mayo de 1902. La noticia de su muerte consternó al medio de comunicación donde trabajaba y varios de los principales periódicos se hicieron eco de su fallecimiento, entre ellos La Gaceta Musical de La Habana.
Estos son algunos aspectos relevantes de este príncipe de los periódicos cubanos y de la trayectoria de dos periodistas canarios a su paso por el órgano de prensa más significativo de la Atenas de Cuba: La Aurora (de Matanzas y del Yumurí).
Notas
* Por este término general se designa tanto a La Aurora de Matanzas como a su continuador, La Aurora del Yumurí.
(1) Oliver Luis, María Victoria. “La música en el proceso de conformación de la identidad cultural matancera en el siglo XIX” Atenas, no.3, octubre, 2005.   http://www.atenas.rimed.cu/Todos_los_n/07-Rev_Atenas_octubre2005/articles/P_Articulo09.htm
(2) Maicas, Antonio M. “El periodismo en Matanzas” en el Álbum del cincuentenario de la Asociación de Reporters de la Habana. La Habana, Editorial Lex, 1952, p.68.
(3) Apuntes para la historia de las letras y la instrucción pública en Cuba  (La Habana, Instituto de Literatura y Lingüística, 1971), t.2, p.228.
(4) Labraña, José M. “La Prensa en Cuba” en: Cuba en la mano, La Habana, 1940, p. 655.
(5) Guiteras, Pedro José. Historia de la isla de Cuba, 1886, t. 2,  p. 161.

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